domingo, 15 de julio de 2012
Sangre de hierro
He escrito tanto sobre ti y ahora que lo necesito no me dejo hacerlo.
No me puedo despedir de ti por la simple razón de que no te irás nunca, y no porque estés en mi corazón o en mi mente, es porque me dejaste tus cejas revoltosas, una pedrada hereditaria. Gastaste tus manos, recién operadas y casi inmóviles, en cambiarme los pañales y arrullarme.
Sacrificabas tu salud, tus huesos, tu tiempo, para que tu nieto aprendiese jotas que cantabais a dúo, para construir corrales con palos y piedras, para que fuese feliz a tu lado en la tierra donde naciste.
Hasta cuando el umbral de tu memoria empezaba a ser invadido me cautivabas con tu risa, con tus coloretes, con la carne que colgaba de tus brazos, con tus infinitas cadenas de besos, con tu llanto sufrido.
Soy egoísta. Te quiero solo para mi recuerdo y no puedo regalarte más que unas líneas que para nada compensan el cuarto de siglo que dedicaste a mí. Eres la única persona que no me ha recriminado nada en la vida, defendiéndome a muerte para la sorpresa de todos. Me has querido como nadie me querrá.
Puro genio, puro nervio, vida de entreguerras, sangre de hierro, de espliego y de tierra.
sábado, 28 de abril de 2012
"No sé vivir sin ti, o sí…", emociones regaladas
No sé vivir sin ti, o sí…Así reza el título de la primera obra del autor novel Daniel Lapesa. Un trabajo que le ha ocupado los últimos tres años de su vida y que presume de ser un regalo, el último adiós definitivo a una etapa, un punto y final necesario y merecido a ocho años de una relación que le dio y le quitó no siempre de forma equitativa.
Entre sus páginas hallamos dos libros fusionados pero muy diferenciados: una historia puramente novelesca que te deja con el corazón en carne viva, donde cuenta su experiencia sin tapujo ninguno y con una valentía propia del que ya no puede perder más, y solapada a esta, nos premia con un cúmulo de reflexiones y consejos extraídos de sus vivencias, donde nos regala su opinión, su manera de contemplar la vida y todo aquello que aprendió de la forma más desagradable, y a la vez más efectiva, que existe: mediante el error y el sufrimiento.
No entraré a comentar el aspecto técnico ni hurgaré en los errores de expresión o edición por una sencillísima razón, ¿cuántos libros con un curado trato hacia la narrativa, estructura y diseño me han evocado la cantidad de emociones que me ha arrancado este? Ese era el propósito principal de todo el proyecto, hacer sentir al lector, y ese fin lo logra con creces, por lo que enturbiarlo con nimiedades no merece la pena y más cuando todo lo que se le puede echar por tierra se gana con el tiempo, sin embargo, la habilidad para transmitir y poner el vello de punta es algo innato.
No sé vivir sin ti, o sí…es el cuento por el que nadie quiere pasar, el fallo que muchos cometemos, lo que hay después del amor; es la puerta que hay que cerrar para abrir otra que te conduce a un camino que será mejor, ya que en la mochila guardas todas las hojas de ruta y anotaciones que has ido tomando mientras te caías, y a partir de ahora será el libro que presidirá mi estantería, y espero que muchas otras, cuando dé todo por perdido y crea que no queda esperanza. No se conceden segundas oportunidades mas se aprende de las ocasiones pasadas.
miércoles, 27 de julio de 2011
Die bösen Deutschen
¿Y hacia donde mirará cuando gira la cabeza y clava su turbia mirada en el cielo, esas dos inquietas pupilas rodeadas de un mar verdoso, traspasando impunemente el cristal, recorriendo cientos de kilómetros sin moverse de su asiento?
¿Y hacia donde querrá ir cuando se levanta de un salto y recorre la sala sin contemplar obstáculos, sin rumbo ni dirección marcada pero firme y decidida?
¿Y a quien sonreirá cuando ilumina la estancia con ese gesto, cada vez más fugaz pero tan reconfortante y a la vez enigmático para quien lo contempla?
¿Y por qué llorará cuando sin razón aparente dibuja la mueca más sentida y breve, agonizando entre pucheros repentinos?
¿Y de qué se reirá cuando su carcajada inunda hasta el último recoveco de la casa, sin que nadie la solicite, sin avisar, despertando caras de asombro a su paso?
¿Y en qué pensará cuando se queda ensimismada, rígida, aguantando los ojos fijos sobre cualquiera?¿Pensará en mí?¿Seguiré siendo yo para ella?
¿Y hacia donde querrá ir cuando se levanta de un salto y recorre la sala sin contemplar obstáculos, sin rumbo ni dirección marcada pero firme y decidida?
¿Y a quien sonreirá cuando ilumina la estancia con ese gesto, cada vez más fugaz pero tan reconfortante y a la vez enigmático para quien lo contempla?
¿Y por qué llorará cuando sin razón aparente dibuja la mueca más sentida y breve, agonizando entre pucheros repentinos?
¿Y de qué se reirá cuando su carcajada inunda hasta el último recoveco de la casa, sin que nadie la solicite, sin avisar, despertando caras de asombro a su paso?
¿Y en qué pensará cuando se queda ensimismada, rígida, aguantando los ojos fijos sobre cualquiera?¿Pensará en mí?¿Seguiré siendo yo para ella?
jueves, 10 de febrero de 2011
La resistencia de la pluma
Y ahora, con diez gramos menos sigues tu andadura con la sonrisa en reserva, los ojos sin ganas de posarse sobre nada y una etiqueta grabada a fuego en tu espalda a la que no puedes renunciar. El ámbar que te seda se transforma en agua cristalina, que se escapa entre tus pestañas, y antes de llegar al suelo cae en otro vaso con hielo y naranja. Pero no es suficiente, no puedes borrar algo que ya no tienes. Te han restado un latido y premiado con una fotografía que lleva tu nombre. Sin embargo, el hueco en el pecho continúa a la vista de quien sabe mirar. Las copias no suplantan al original; todo el calor y el cariño acumulado no compensan el invierno eterno al que te ha sometido sin consultártelo, sin darte tiempo siquiera a buscar una manta para soportar el frío al que te ha condenado. Le gritas hasta quedarte sin voz, le culpas de todo para luego perdonárselo cuando su imagen regresa a tus retinas, a tus manos, al folio en blanco.
El camino ha cambiado de color, de dirección, de terreno, pero continúa estando en frente y las plantas de los pies no te permiten parar. Ni tus otros hombros. Ni tus otras manos. Ni tus otros brazos.
El camino ha cambiado de color, de dirección, de terreno, pero continúa estando en frente y las plantas de los pies no te permiten parar. Ni tus otros hombros. Ni tus otras manos. Ni tus otros brazos.
martes, 25 de enero de 2011
Sinde-cencia
Estimados asiduos de la cultura, si todavía existe este mote (no sé si la RAE se ha encargado de suprimirlo definitivamente). Hoy hemos cavado un metro más de la fosa donde depositaremos dentro de nada el arte. No es de extrañar que el agujero sea profundo, puesto que en los últimos años nos estamos esforzando por darle una sepultura rápida y sonada.Efectivamente, por si alguien no se había dado cuenta, hago alusión al apoyo y aprobación de la desgraciadamente popular (y populista) Ley Sinde.
Es un gran día para la cantidad de gusanos y parásitos que residen bajo tierra (algunos hasta en Miami) y ven aproximarse el cadáver de la Música y demás variantes artísticas a sus sorprendentemente necesitadas bocas, repleto de éxito, fama y dinero (nutrientes fundamentales en la dieta de los mencionados especímenes). Llevan algunos lustros llorando y quejándose de que en los tiempos que corren, donde la gente ahorra para ser pobres como dijo cierto iluminado, se comercie gratuitamente con los productos en los que han trabajado. Dicho así todo el mundo consideraría a esta acción un hurto, robo, atraco, etc. Sin embargo, si nos paramos a vislumbrar el panorama en su totalidad puede que nos llevemos una sorpresa. Toda esta masa de “artistas” declara que el llamado “pirateo” vulnera la propiedad intelectual del autor, sin embargo esto se elimina (la propiedad intelectual nunca mejor expresado) si a cambio recibe éste un holgado beneficio. Asombrosamente existe un número cada vez mayor de Músicos y Artistas que publican su trabajo de forma gratuita y desinteresada. Seguramente sea porque el esfuerzo de ambas partes no es el mismo, ni mucho menos. Mientras unos generan un subproducto vacío, monótono, con un patrón repetitivo y un valor monetario muy por encima de su valor cultural, los otros ofrecen su sudor, ilusión, noches en vela y su dinero en forma de trabajo (por norma general) de una calidad notable o por lo menos respetable (y encima se permiten el lujo de organizar buenos conciertos e incluso ser humildes y agradables con sus seguidores). ¿Quién roba a quien, señores?
Por si todo esto no fuera suficiente, alguno tiene la cara dura de decir que estos llamados “artistas” se están muriendo de hambre y que no pueden pagar la gasolina de su yate, ni comprarse esa casita en la playa que tanto desean mientras el resto de ladrones piratas malos malísimos de alma negra viven su vida a placer, viajando cómodamente y bien acompañados en transporte público, alojándose en sus mansiones de 30 metros cuadrados y asistiendo a fiestas donde se reúne toda la élite del panorama proletario.
¿Se puede vivir del arte? Pues depende del concepto de vida de cada uno. Si vivir es aportar algo a los demás, (no solo las migajas de lo que te sobra para los pobrecitos de otros países mientras los del tuyo malviven) con el trabajo que te hace feliz y te llena, se puede. Pero éste no es el modus vivendi de los estafadores culturales que pretenden sacar oro de las deposiciones que nos presentan, haciéndonos creer que ofrecen el néctar de los dioses cuando son los restos de serie de un pícaro comerciante ansioso por engrosar un poco más su fortuna.
Como amante de la música, literatura, cine y todo aquello que no está de moda actualmente me duele que se use el arte como cortina de humo para tapar agujeros mayores y más peligrosos. Por suerte, aun queda gente que cree en la salvación cultural en un país de patriotismo intermitente, capaz de renunciar a su puesto por sus ideales. Más de uno debería tomar ejemplo.
Es un gran día para la cantidad de gusanos y parásitos que residen bajo tierra (algunos hasta en Miami) y ven aproximarse el cadáver de la Música y demás variantes artísticas a sus sorprendentemente necesitadas bocas, repleto de éxito, fama y dinero (nutrientes fundamentales en la dieta de los mencionados especímenes). Llevan algunos lustros llorando y quejándose de que en los tiempos que corren, donde la gente ahorra para ser pobres como dijo cierto iluminado, se comercie gratuitamente con los productos en los que han trabajado. Dicho así todo el mundo consideraría a esta acción un hurto, robo, atraco, etc. Sin embargo, si nos paramos a vislumbrar el panorama en su totalidad puede que nos llevemos una sorpresa. Toda esta masa de “artistas” declara que el llamado “pirateo” vulnera la propiedad intelectual del autor, sin embargo esto se elimina (la propiedad intelectual nunca mejor expresado) si a cambio recibe éste un holgado beneficio. Asombrosamente existe un número cada vez mayor de Músicos y Artistas que publican su trabajo de forma gratuita y desinteresada. Seguramente sea porque el esfuerzo de ambas partes no es el mismo, ni mucho menos. Mientras unos generan un subproducto vacío, monótono, con un patrón repetitivo y un valor monetario muy por encima de su valor cultural, los otros ofrecen su sudor, ilusión, noches en vela y su dinero en forma de trabajo (por norma general) de una calidad notable o por lo menos respetable (y encima se permiten el lujo de organizar buenos conciertos e incluso ser humildes y agradables con sus seguidores). ¿Quién roba a quien, señores?
Por si todo esto no fuera suficiente, alguno tiene la cara dura de decir que estos llamados “artistas” se están muriendo de hambre y que no pueden pagar la gasolina de su yate, ni comprarse esa casita en la playa que tanto desean mientras el resto de ladrones piratas malos malísimos de alma negra viven su vida a placer, viajando cómodamente y bien acompañados en transporte público, alojándose en sus mansiones de 30 metros cuadrados y asistiendo a fiestas donde se reúne toda la élite del panorama proletario.
¿Se puede vivir del arte? Pues depende del concepto de vida de cada uno. Si vivir es aportar algo a los demás, (no solo las migajas de lo que te sobra para los pobrecitos de otros países mientras los del tuyo malviven) con el trabajo que te hace feliz y te llena, se puede. Pero éste no es el modus vivendi de los estafadores culturales que pretenden sacar oro de las deposiciones que nos presentan, haciéndonos creer que ofrecen el néctar de los dioses cuando son los restos de serie de un pícaro comerciante ansioso por engrosar un poco más su fortuna.
Como amante de la música, literatura, cine y todo aquello que no está de moda actualmente me duele que se use el arte como cortina de humo para tapar agujeros mayores y más peligrosos. Por suerte, aun queda gente que cree en la salvación cultural en un país de patriotismo intermitente, capaz de renunciar a su puesto por sus ideales. Más de uno debería tomar ejemplo.
viernes, 26 de noviembre de 2010
Actuada realidad
Siento ser inconstante, pero las ideas salen cuando ellas quieren(al menos las buenas ideas,en mi caso las menos malas).
Tras el viejo telón, compuesto de retazos de otras telas, se esconde un despacho de attrezzo tan frío y desalmado como si de uno real se tratase.
Una luz tenue ilumina la apolínea figura del Buen Director, concentrado en parecer ocupado en algo.
Entra en escena la Actriz de Método, seductora y obediente. El apuntador no tiene nada que decir, puesto que fue despedido antes de ser contratado. El Buen Director, como no podía ser de otra forma, inicia el diálogo, dejando entrever su astucia y elocuencia académica. Ordena entre coqueteos a la Actriz de Método que se ciña al guión que marca su próxima obra y olvide la improvisación. Debe romper el corazón del Bufón, antaño flamante Arlequín, de una manera cruel y despiadada. Ella, pese a haber compartido cientos de escenas con su antiguo compañero, acatará sin hacer muecas las directrices de su superior; es una profesional con los ojos puestos en su futuro y carmín oxidado en los labios. Estrechan firmemente sus manos mientras el Buen Director revisa su agenda y cuida su línea.
Las luces se apagan bruscamente y al volver a brillar el escenario ha cambiado de aspecto.
Aparece el Bufón, exhibiendo sus cabriolas mecánicas y premeditadas. Tras una mampara de hielo se encuentra la Actriz de Método, memorizando el texto y aclarando su garganta. Le anuncia con voz firme y sobreactuada que no volverán a compartir plano, guión ni diálogo. Dice que quiere avanzar profesionalmente y en su compañía estaría encasillada de por vida. El Bufón, que olvidó la ingenuidad en el otro disfraz, intenta recordarle inútilmente todos sus trabajos anteriores, pero la Actriz de Método ya celebra su triunfo con el Buen Director.
Desorientado y con miedo, el Bufón entre bambalinas empieza a deshacerse de su vestimenta. De repente, en la platea se levanta de su asiento la Observadora Paciente. Abandona al resto del público y se dirige al camerino. Sin mediar palabra, se encuentra frente a frente con el Bufón. Lo vuelve a ataviar de Arlequín y clavándole la pupila en su turbia mirada, acaricia dulcemente sus manos mientras arde el telón, el escenario y el teatro.
Cuentas saldadas. Algúna vez seré constante...
Tras el viejo telón, compuesto de retazos de otras telas, se esconde un despacho de attrezzo tan frío y desalmado como si de uno real se tratase.
Una luz tenue ilumina la apolínea figura del Buen Director, concentrado en parecer ocupado en algo.
Entra en escena la Actriz de Método, seductora y obediente. El apuntador no tiene nada que decir, puesto que fue despedido antes de ser contratado. El Buen Director, como no podía ser de otra forma, inicia el diálogo, dejando entrever su astucia y elocuencia académica. Ordena entre coqueteos a la Actriz de Método que se ciña al guión que marca su próxima obra y olvide la improvisación. Debe romper el corazón del Bufón, antaño flamante Arlequín, de una manera cruel y despiadada. Ella, pese a haber compartido cientos de escenas con su antiguo compañero, acatará sin hacer muecas las directrices de su superior; es una profesional con los ojos puestos en su futuro y carmín oxidado en los labios. Estrechan firmemente sus manos mientras el Buen Director revisa su agenda y cuida su línea.
Las luces se apagan bruscamente y al volver a brillar el escenario ha cambiado de aspecto.
Aparece el Bufón, exhibiendo sus cabriolas mecánicas y premeditadas. Tras una mampara de hielo se encuentra la Actriz de Método, memorizando el texto y aclarando su garganta. Le anuncia con voz firme y sobreactuada que no volverán a compartir plano, guión ni diálogo. Dice que quiere avanzar profesionalmente y en su compañía estaría encasillada de por vida. El Bufón, que olvidó la ingenuidad en el otro disfraz, intenta recordarle inútilmente todos sus trabajos anteriores, pero la Actriz de Método ya celebra su triunfo con el Buen Director.
Desorientado y con miedo, el Bufón entre bambalinas empieza a deshacerse de su vestimenta. De repente, en la platea se levanta de su asiento la Observadora Paciente. Abandona al resto del público y se dirige al camerino. Sin mediar palabra, se encuentra frente a frente con el Bufón. Lo vuelve a ataviar de Arlequín y clavándole la pupila en su turbia mirada, acaricia dulcemente sus manos mientras arde el telón, el escenario y el teatro.
Cuentas saldadas. Algúna vez seré constante...
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viernes, 10 de septiembre de 2010
Carta a Libertad
Volvemos a la carga poco a poco...Estoy intentando obtener más variedad de mi cabeza, y aunque es complicado, a veces salen cosas como esta.
Libertad; apellido de tantas lenguas, abuso de innumerables labios, panacea de cuellos doloridos. Medio mundo pone tu nombre como meta y el otro medio te cuelga el cartel de acérrimo rival. Eres deseada, temida, amada, odiada, pretendida, evitada, mas ante todo desconocida. Nadie te ha visto, ni sentido, ni gozado, ni tan siquiera acariciado con la yema de los dedos una milésima de segundo, pero todos hablan de ti como si te conocieran, ensalzando tu leyenda hasta el punto de llegar a matar o morir por llamar tu atención.
Libertad; cansado de ser un mísero pretendiente más de esa larga lista que tienes en tu haber, vengo a derrocarte, a bajarte del trono que entre tantos hemos construido. ¿Qué ocultas para que todo el que te ha tenido en frente haya acabado reculando en el último instante?
¿Qué escondes para que hasta la naturaleza te rechace? El agua se estanca y se filtra en la tierra buscando compañía, el sol impacta contra el suelo pudiendo hacer el recorrido que desee y el aire, firme candidato a ser tu cómplice, huye de ti subyugándose a los pulmones de cada ser vivo.
Libertad; hipócrita inocente. ¿Acaso no es ser libre atarse a tu figura? ¿Perseguirte y ansiarte no es a la vez perderte? Pero, ¿qué vas a hacer tú si ni tan siquiera predicas con aquello que promueves? Si eres la primera que vives anclada a una palabra.
Intentando cabalgar de nuevo
Libertad; apellido de tantas lenguas, abuso de innumerables labios, panacea de cuellos doloridos. Medio mundo pone tu nombre como meta y el otro medio te cuelga el cartel de acérrimo rival. Eres deseada, temida, amada, odiada, pretendida, evitada, mas ante todo desconocida. Nadie te ha visto, ni sentido, ni gozado, ni tan siquiera acariciado con la yema de los dedos una milésima de segundo, pero todos hablan de ti como si te conocieran, ensalzando tu leyenda hasta el punto de llegar a matar o morir por llamar tu atención.
Libertad; cansado de ser un mísero pretendiente más de esa larga lista que tienes en tu haber, vengo a derrocarte, a bajarte del trono que entre tantos hemos construido. ¿Qué ocultas para que todo el que te ha tenido en frente haya acabado reculando en el último instante?
¿Qué escondes para que hasta la naturaleza te rechace? El agua se estanca y se filtra en la tierra buscando compañía, el sol impacta contra el suelo pudiendo hacer el recorrido que desee y el aire, firme candidato a ser tu cómplice, huye de ti subyugándose a los pulmones de cada ser vivo.
Libertad; hipócrita inocente. ¿Acaso no es ser libre atarse a tu figura? ¿Perseguirte y ansiarte no es a la vez perderte? Pero, ¿qué vas a hacer tú si ni tan siquiera predicas con aquello que promueves? Si eres la primera que vives anclada a una palabra.
Intentando cabalgar de nuevo
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