¿Y hacia donde mirará cuando gira la cabeza y clava su turbia mirada en el cielo, esas dos inquietas pupilas rodeadas de un mar verdoso, traspasando impunemente el cristal, recorriendo cientos de kilómetros sin moverse de su asiento?
¿Y hacia donde querrá ir cuando se levanta de un salto y recorre la sala sin contemplar obstáculos, sin rumbo ni dirección marcada pero firme y decidida?
¿Y a quien sonreirá cuando ilumina la estancia con ese gesto, cada vez más fugaz pero tan reconfortante y a la vez enigmático para quien lo contempla?
¿Y por qué llorará cuando sin razón aparente dibuja la mueca más sentida y breve, agonizando entre pucheros repentinos?
¿Y de qué se reirá cuando su carcajada inunda hasta el último recoveco de la casa, sin que nadie la solicite, sin avisar, despertando caras de asombro a su paso?
¿Y en qué pensará cuando se queda ensimismada, rígida, aguantando los ojos fijos sobre cualquiera?¿Pensará en mí?¿Seguiré siendo yo para ella?
miércoles, 27 de julio de 2011
jueves, 10 de febrero de 2011
La resistencia de la pluma
Y ahora, con diez gramos menos sigues tu andadura con la sonrisa en reserva, los ojos sin ganas de posarse sobre nada y una etiqueta grabada a fuego en tu espalda a la que no puedes renunciar. El ámbar que te seda se transforma en agua cristalina, que se escapa entre tus pestañas, y antes de llegar al suelo cae en otro vaso con hielo y naranja. Pero no es suficiente, no puedes borrar algo que ya no tienes. Te han restado un latido y premiado con una fotografía que lleva tu nombre. Sin embargo, el hueco en el pecho continúa a la vista de quien sabe mirar. Las copias no suplantan al original; todo el calor y el cariño acumulado no compensan el invierno eterno al que te ha sometido sin consultártelo, sin darte tiempo siquiera a buscar una manta para soportar el frío al que te ha condenado. Le gritas hasta quedarte sin voz, le culpas de todo para luego perdonárselo cuando su imagen regresa a tus retinas, a tus manos, al folio en blanco.
El camino ha cambiado de color, de dirección, de terreno, pero continúa estando en frente y las plantas de los pies no te permiten parar. Ni tus otros hombros. Ni tus otras manos. Ni tus otros brazos.
El camino ha cambiado de color, de dirección, de terreno, pero continúa estando en frente y las plantas de los pies no te permiten parar. Ni tus otros hombros. Ni tus otras manos. Ni tus otros brazos.
martes, 25 de enero de 2011
Sinde-cencia
Estimados asiduos de la cultura, si todavía existe este mote (no sé si la RAE se ha encargado de suprimirlo definitivamente). Hoy hemos cavado un metro más de la fosa donde depositaremos dentro de nada el arte. No es de extrañar que el agujero sea profundo, puesto que en los últimos años nos estamos esforzando por darle una sepultura rápida y sonada.Efectivamente, por si alguien no se había dado cuenta, hago alusión al apoyo y aprobación de la desgraciadamente popular (y populista) Ley Sinde.
Es un gran día para la cantidad de gusanos y parásitos que residen bajo tierra (algunos hasta en Miami) y ven aproximarse el cadáver de la Música y demás variantes artísticas a sus sorprendentemente necesitadas bocas, repleto de éxito, fama y dinero (nutrientes fundamentales en la dieta de los mencionados especímenes). Llevan algunos lustros llorando y quejándose de que en los tiempos que corren, donde la gente ahorra para ser pobres como dijo cierto iluminado, se comercie gratuitamente con los productos en los que han trabajado. Dicho así todo el mundo consideraría a esta acción un hurto, robo, atraco, etc. Sin embargo, si nos paramos a vislumbrar el panorama en su totalidad puede que nos llevemos una sorpresa. Toda esta masa de “artistas” declara que el llamado “pirateo” vulnera la propiedad intelectual del autor, sin embargo esto se elimina (la propiedad intelectual nunca mejor expresado) si a cambio recibe éste un holgado beneficio. Asombrosamente existe un número cada vez mayor de Músicos y Artistas que publican su trabajo de forma gratuita y desinteresada. Seguramente sea porque el esfuerzo de ambas partes no es el mismo, ni mucho menos. Mientras unos generan un subproducto vacío, monótono, con un patrón repetitivo y un valor monetario muy por encima de su valor cultural, los otros ofrecen su sudor, ilusión, noches en vela y su dinero en forma de trabajo (por norma general) de una calidad notable o por lo menos respetable (y encima se permiten el lujo de organizar buenos conciertos e incluso ser humildes y agradables con sus seguidores). ¿Quién roba a quien, señores?
Por si todo esto no fuera suficiente, alguno tiene la cara dura de decir que estos llamados “artistas” se están muriendo de hambre y que no pueden pagar la gasolina de su yate, ni comprarse esa casita en la playa que tanto desean mientras el resto de ladrones piratas malos malísimos de alma negra viven su vida a placer, viajando cómodamente y bien acompañados en transporte público, alojándose en sus mansiones de 30 metros cuadrados y asistiendo a fiestas donde se reúne toda la élite del panorama proletario.
¿Se puede vivir del arte? Pues depende del concepto de vida de cada uno. Si vivir es aportar algo a los demás, (no solo las migajas de lo que te sobra para los pobrecitos de otros países mientras los del tuyo malviven) con el trabajo que te hace feliz y te llena, se puede. Pero éste no es el modus vivendi de los estafadores culturales que pretenden sacar oro de las deposiciones que nos presentan, haciéndonos creer que ofrecen el néctar de los dioses cuando son los restos de serie de un pícaro comerciante ansioso por engrosar un poco más su fortuna.
Como amante de la música, literatura, cine y todo aquello que no está de moda actualmente me duele que se use el arte como cortina de humo para tapar agujeros mayores y más peligrosos. Por suerte, aun queda gente que cree en la salvación cultural en un país de patriotismo intermitente, capaz de renunciar a su puesto por sus ideales. Más de uno debería tomar ejemplo.
Es un gran día para la cantidad de gusanos y parásitos que residen bajo tierra (algunos hasta en Miami) y ven aproximarse el cadáver de la Música y demás variantes artísticas a sus sorprendentemente necesitadas bocas, repleto de éxito, fama y dinero (nutrientes fundamentales en la dieta de los mencionados especímenes). Llevan algunos lustros llorando y quejándose de que en los tiempos que corren, donde la gente ahorra para ser pobres como dijo cierto iluminado, se comercie gratuitamente con los productos en los que han trabajado. Dicho así todo el mundo consideraría a esta acción un hurto, robo, atraco, etc. Sin embargo, si nos paramos a vislumbrar el panorama en su totalidad puede que nos llevemos una sorpresa. Toda esta masa de “artistas” declara que el llamado “pirateo” vulnera la propiedad intelectual del autor, sin embargo esto se elimina (la propiedad intelectual nunca mejor expresado) si a cambio recibe éste un holgado beneficio. Asombrosamente existe un número cada vez mayor de Músicos y Artistas que publican su trabajo de forma gratuita y desinteresada. Seguramente sea porque el esfuerzo de ambas partes no es el mismo, ni mucho menos. Mientras unos generan un subproducto vacío, monótono, con un patrón repetitivo y un valor monetario muy por encima de su valor cultural, los otros ofrecen su sudor, ilusión, noches en vela y su dinero en forma de trabajo (por norma general) de una calidad notable o por lo menos respetable (y encima se permiten el lujo de organizar buenos conciertos e incluso ser humildes y agradables con sus seguidores). ¿Quién roba a quien, señores?
Por si todo esto no fuera suficiente, alguno tiene la cara dura de decir que estos llamados “artistas” se están muriendo de hambre y que no pueden pagar la gasolina de su yate, ni comprarse esa casita en la playa que tanto desean mientras el resto de ladrones piratas malos malísimos de alma negra viven su vida a placer, viajando cómodamente y bien acompañados en transporte público, alojándose en sus mansiones de 30 metros cuadrados y asistiendo a fiestas donde se reúne toda la élite del panorama proletario.
¿Se puede vivir del arte? Pues depende del concepto de vida de cada uno. Si vivir es aportar algo a los demás, (no solo las migajas de lo que te sobra para los pobrecitos de otros países mientras los del tuyo malviven) con el trabajo que te hace feliz y te llena, se puede. Pero éste no es el modus vivendi de los estafadores culturales que pretenden sacar oro de las deposiciones que nos presentan, haciéndonos creer que ofrecen el néctar de los dioses cuando son los restos de serie de un pícaro comerciante ansioso por engrosar un poco más su fortuna.
Como amante de la música, literatura, cine y todo aquello que no está de moda actualmente me duele que se use el arte como cortina de humo para tapar agujeros mayores y más peligrosos. Por suerte, aun queda gente que cree en la salvación cultural en un país de patriotismo intermitente, capaz de renunciar a su puesto por sus ideales. Más de uno debería tomar ejemplo.
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